martes, 12 de enero de 2010

PostHeaderIcon La Llave de la Cuestión Nacional


Mentalidad, época y modelo
Por Federico Bernal*

La nacionalización de la clase media implica una revolución industrial y cultural



Entre la aplicación de la Resolución 125 y su derogación, la estrategia política y mediática del neoliberalismo argentino logró conquistar al gran factor decisor de la contienda: la inmensa mayoría de la clase media rural y urbana del país. Hacia ella apuntaron los cañones del subdesarrollo aprovechándose de su atraso cultural y socioeconómico. Culturalmente, al neoliberalismo le bastó con agitar las banderas del federalismo mitrista por un lado, y de la Argentina agraria como única vía al desarrollo, por el otro. Azuzada por la inminente liquidación de la república, la clase media se calzó el emblema unitario. Aún contra sus propios intereses.


Nuevo medio pelo
A su triste desempeño durante el conflicto por la 125, sobrevino su tristísima postura en los comicios del 28 de julio. De nada sirvió la irrefutable recuperación social y económica experimentada desde el 2003.
La clase media no sólo pasó por alto dichas mejoras sino que las creyó letales a su preservación. ¿Por qué? Como grupo social, los sectores medios se encuentran desfasados de un modelo industrialista, socialmente justo y latinoamericanista. Mientras la estructura productiva del país arranca hacia una economía moderna, la mentalidad de las capas medias se mantiene inmóvil. Una inmovilidad que, conforme aumenta al número de fábricas abiertas, conforme sobrevienen nuevos reclamos salariales y se expande el movimiento obrero, va mutando en temor. Temor a volver a un modelo industrialista, al recuerdo de los descamisados, al autoritarismo infinito y a los oscuros términos “soberanía” y “justicia social”. Industria y obrerismo son para esta clase sinónimos de atraso.


El imaginario colectivo de la vasta mayoría de la clase media cree que nunca estuvimos mejor que durante el modelo agro-exportador.

Mentalidad estancada
A pesar del cambio registrado por la Argentina en el último lustro, las capas medias parecen sentirse extranjeras en el nuevo país que renace, y su mentalidad parece estática. Advierten que su mente está aislada de su cuerpo, porque en esencia, no es la Argentina del trabajo y la producción la que los hace sentirse argentinos, sino más bien la del modelo agro-exportador.
La mentalidad de la clase media argentina ha quedado detenida entre 1860-1930, período al que además reconoce como el del “milagro argentino” (coincidiendo con el comando civil Mariano Grondona). La clase media quedó detenida en el tiempo porque aún no ha sido incorporada, anclada y amarrada a un modelo nacional y popular. Excluida –así se siente– se lanza ciegamente a la defensa de una Argentina granero del mundo. El imaginario colectivo de la vasta mayoría de la clase media cree que nunca estuvimos mejor que durante el modelo agro-exportador.

Conciencia de clase
¿Cómo liberar su mentalidad? ¿Cómo convertir esa “inconsciencia de clase” (como diría Pierre Vilar en estos casos) en “conciencia de clase”? En definitiva, ¿cómo ponerla a tono con la realidad y emparentarla con un verdadero proceso de desarrollo nacional en un contexto social incluyente y ascendente? El comportamiento de los estratos medios rurales y urbanos en torno al conflicto por la 125, permitió ubicar temporalmente el período en el cual su mentalidad se encuentra estacionada.


La clase media se estacionó en una época lejana y ajena a su realización. Trasladarla a una época consustanciada con sus propios intereses destraba su mentalidad y la dota de “conciencia de clase”.

La identificación a una época (pretérita o presente) genera seguridad y pacifica el espíritu de las personas. Inversamente, un cambio de época genera pavor, confusión e irritación. La clase media se estacionó en una época lejana y ajena a su realización. Trasladarla a una época consustanciada con sus propios intereses destraba su mentalidad y la dota de “conciencia de clase”. Proveer a la clase media de una “conciencia de clase popular” no significa otra cosa que su nacionalización.


Proveer a la clase media de una “conciencia de clase popular” no significa otra cosa que su nacionalización.

Nacionalización
En términos subjetivos, nacionalizar a la clase media implica una revolución cultural. Esto significa desandar el mito de la Argentina granero del mundo y el del falso federalismo imperante. La promulgación de la nueva Ley de Medios ha sido el primer gran paso en estos términos.
En términos objetivos, es imperioso generar una verdadera cultura industrialista. La clase media (y las clases bajas, comenzando por los movimientos sociales) necesitan una revolución industrial, una que conlleve el lanzamiento de un programa masivo y federal para la creación de una vasta red de pequeños y medianos empresarios, vinculados a un proceso productivo de tipo industrial, identificado y cimentado en el desarrollo de un capitalismo nacional con el Estado como actor fundamental en materia inversora, empresaria y planificadora. El lema: “un argentino - una industria” deberá llegar a todos los rincones de la geografía nacional.
Tamaña iniciativa entraña la democratización y universalización de la industria. Sería un plan en sintonía con la reciente decisión presidencial de otorgar la protección social por hijo menor a 18 años, y con los objetivos manifiestos: “pelear por el trabajo decente, por agregar valor a nuestros productos, a nuestras empresas y al comercio”, tal como destacó la presidenta.

Sociedad para el cambio
No habrá cambio neto de modelo en la Argentina mientras subjetiva y objetivamente no se inserte a la sociedad en dicho proceso.


La sociedad también debe ser considerada como una variable más a modernizar, industrializar y nacionalizar.

Al igual que los recursos naturales estratégicos, la economía, el comercio, el trabajo y el aparato productivo, la sociedad también debe ser considerada como una variable más a modernizar, industrializar y nacionalizar. Nuestro atraso se remonta a la España de la conquista y será difícil que el hombre urbano se vuelque e invierta en industria y producción. El nacimiento de una sociedad moderna e industrial, no identificada con el granero del mundo y aliada al movimiento obrero, marcará el ocaso definitivo de los sectores sociales ligados a una Argentina semicolonial. Esa es la llave de la cuestión nacional. El cambio se habrá hecho invencible.

*Federico Bernal es Director Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas (CLICET). Colabora habitualmente en el diario BAE.

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